"... El sábado pasado fuimos a un restaurante muy fino de este estilo, el Napoleon's Bar. Era una cena familiar, para celebrar el cumpleaños de Colombe, que eligió los platos con su gracia habitual: un no sé qué de lo más pretencioso con castañas, cordero con hierbas de nombre impronunciable y un sambayón con Grand Marnier (el colmo del horror). El sambayón es el emblema de la cocina francesa: una cosa que se las da de ligera y que ahoga a cualquiera. Yo no me pedí nada de primero (os ahorro los comentarios de Colombe sobre la anorexia de la plasta de su hermana) y luego me tomé, por sesenta y tres euros, unos filetes de salmonete al curry (con dados crujientes de calabacín y zanahoria debajo del pescado) y para terminar, por treinta y cuatro euros, lo que encontré en la carta que me parecía menos malo: un fondant de chocolate amargo. Desde luego, por ese precio hubiera preferido un abono de un año en McDonald's. Ellos al menos tienen un mal gusto sin pretensiones. Y os ahorro también todo comentario sobre la decoración de la sala y de la mesa. Cuando los franceses quieren desmarcarse de la tradición «Imperio» con sus tapices burdeos y sus dorados a mansalva, optan por el estilo hospital. Uno se sienta en sillas de Le Corbusier («de Corbu», como dice mamá), come en vajillas blancas de formas geométricas con un aire a burocracia soviética y, en el cuarto de baño, se seca las manos con unas toallas tan finas que no absorben nada."
Rénee es una portera que oculta a los vecinos del inmueble donde trabaja su gran cultura comportándose como una mujer corriente.
Paloma es una niña de doce años, superdotada y que quiere suicidarse el día que cumpla los trece.
Sus vidas se cruzan por la aparición de un tercer personaje Kakuro.
Amor, amistad, literatura, cine, cocina, filosofía y una crítica a la alta sociedad francesa se entremezclan en esta historia, que además, tiene un punto de humor irónico y te puede llevar de la risa al llanto.
Yo he elegido este párrafo de una de las "ideas profundas" de Paloma, porque me parece muy significativo de un fenómeno social en alza: el pagar por no comer.
¿Qué opináis vosotros de este tipo de restaurantes? ¿Y del libro? ¿Lo habéis leído?
¿Qué opináis vosotros de este tipo de restaurantes? ¿Y del libro? ¿Lo habéis leído?
Oh, ya lo has leído?
ResponderEliminarQué te voy a decir, me pareció precioso, tierno, inteligente y con ese puntito irónico con el que la protagonista ve la vida que le rodea y como si no fuese con ella. Una joyita de libro.
De los restaurates de este tipo pienso que hay de todo, están los que se pasan en precios y escasean en cantidad, casi todos, pero que merecen la pena y otros en los que desearías haber cenado en tipo "Donostiarra", donde tampoco es barato pero al menos sales con el estómago más lleno. Pero pienso que también hay un restaurante para cada ocasión y no siempre lo que se pretende es llenarte el estómago, para gusto y ocasiones se hicieron los colores.
Yo lo leí hace poco y me resultó bastante pesado sobre todo la parte de paloma y sus divagaciones filosóficas.
ResponderEliminarCreo que no he entendido muy bien este libro
Una historia narrada desde una perspectiva muy original. La protagonista tiene actuaciones memorables , pero en otros momentos... El final, injusto.
ResponderEliminarDe los restaurantes opino como Delu, pero no me gusta nada salir con la sensación de que me han tomado el pelo. No puede ser una de la tapas estrella un bocadillo de sardinas de lata cuya mayor elaboración es llevar un fajín, como los puros.
Últimamente no me paso mucho por el club de lectura, no me apetecían las lecturas propuestas y necesitaba "libertad", pero si estás interesada se lo comento a la administradora.
Besos
Yo en estos restaurantes se me escapa lo de... ¿y no hay tortilla de patatas?..;))
ResponderEliminarHace tiempo que no leo por falta de tiempo pero tengo que coger un libro que... ¡¡me toca hacer guardia por pandemia infantil en mi casa!!
Deluxe,
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo, aunque coincido con Démo en las divagaciones filosóficas, pero en mi caso las de Rénee, cuando empieza a hablar de todas esas cosas ... puff. Pero vamos, que está genial.
Yo con los restaurantes, me aplico la máxima de mi abuela "burro grande ande o no ande".
Démo,
A mí me pasa con Rénee. Las divagaciones de Paloma son demasiado para una niña de su edad y un poco increíbles, p ero el puntito irónico ¡¡me encanta!! Tiene un parrafito (que no he encontrado) donde habla de que los pijos se visten ahora de pobres que es genial también (y una verdad como un templo).
Angie,
Bueno, el final (que no destriparé aquí) también le da su toque al libro, precisamente por poco predecible. A mí sí que me ha gustado.
También me fastidia que me tomen el pelo. YO mira, en un restaurante, lo que no soporto, es salir con hambre y con rejón, y los hay de estos modernitos donde son compatibles las dos cosas.
No te preocupes, si son lecturas impuestas o sugeridas, no sé si me apetecería. De momento tengo unos cuantos en lista de espera. Si me apetece te lo contaré ¿vale?.
Pikerita,
¡¡¡Te tocó!!! Bueno, pues que te sea leve, tened cuidadito, y ya verás como no es nada, aunque cuesta un poquillo recuperarse.
Si te podemos sugerir un libro, creo que Deluxe y yo podríamos coincidir, si llevas tiempo sin leer, en que "La soledad de lso números primos" no se te hará nada pesadito.
El libro me ronda, al final tendré que leerlo...
ResponderEliminarA mí no me duelen prendas en darme un homenaje "hostelero" de vez en cuando, es una de las cosas en las que me gusta gastarme el dinero, en comer fuera y visitar restaurantes de todo tipo, pero eso sí, ya que me rasco el bolsillo, por lo menos que me den de comer bien. Comparto esa sensación de cabreo que comentas de rejón y plato de aire con nada. Recuerdo, por ejemplo, en el restaurante de Martín Berasategui en San Sebastián la sensación de "qué rico está todo pero, ¡quiero más!". Terminamos la noche en la heladería de enfrente...
El libro me ronda, al final tendré que leerlo...
ResponderEliminarA mí no me duelen prendas en darme un homenaje "hostelero" de vez en cuando, es una de las cosas en las que me gusta gastarme el dinero, en comer fuera y visitar restaurantes de todo tipo, pero eso sí, ya que me rasco el bolsillo, por lo menos que me den de comer bien. Comparto esa sensación de cabreo que comentas de rejón y plato de aire con nada. Recuerdo, por ejemplo, en el restaurante de Martín Berasategui en San Sebastián la sensación de "qué rico está todo pero, ¡quiero más!". Terminamos la noche en la heladería de enfrente...
Por cierto, la de la heladería soy yo.
ResponderEliminarAna Colo.
El libro lo he visto por ahí... lo incorporaré a mi lista...
ResponderEliminarCreo que me gustará... porque siempre se me ha ido la olla un poco y soy muy reflexiva pa mis adentros... seguro que me caen bien esas dos...
Los restaurantes... en fin... no coments... o tal vez sí... unas 6 croquetas cuadradas (de mi época "con") no pueden valer 14€... en una cervecería que dan comidas de "tapeo"??
Ana,
ResponderEliminarMira, justo eso es lo que me pasa a mí. Me gusta tanto comer que el dinero pagado en un restaurante no es de los que me imporanta, es más, disfruto muchísimo con ello, pero quedarme con hambre es justo el tipo de cosas que hacen que no vuelva a un sitio. Puedo tolerar hasta un mal servicio y achacarlo a un mal día.
Brujilla,
6 croquetas si te pone que son ibéricas o de boletus o de changurro o, o, o .... te pueden costar hasta más que eso, pero sí, efectivamente, no deja de ser harina con leche, y si es una tasca, fastidia mucho.