Tengo el corazón partido. Partido de dividido, no de roto. Me siento muy satisfecha por haber conseguido hacer un bizcocho, sólo con maizena que subió, subió y subió (y repetido el experimento con fécula de patata también funcionó). Sólo el espectáculo de verlo de esta guisa mereció la pena (me perdonen la foto ustedes pero es que no había otra manera de plasmar el momento). Estuve en vilo mientras duró la cocción (más de una hora) y no dejaba de pensar "todo lo que sube baja, todo lo que sube baja" "verás, verás ...". Era mucho.
Y sí, bajó, claro que bajó, pero no de batacazo, no como yo esperaba, sino lentamente, poco a poco se desinfló hasta convertirse en un nuevo bizcocho, esponjoso, tieeeeerno, que no desmiga nada de nada y todo ellos gracia a ... la química.
¿El milagro? Vino de la mano una vez más de la goma xantana y de la metilcelulosa. De la primera ya sabemos bastante, pero ¿y la segunda? No deja de ser un producto de laboratorio, artificial, pero ¿qué es? En internet se pueden encontrar infinidad de definiciones y explicaciones, unas más técnicas y otras más de andar por casa y lo que yo tengo entendido al respecto es que se trata de fibra (se utiliza como laxante en algunas medicinas), así que con lo que hay que tener cuidado es con la cantidad que usamos. En las pruebas donde más he echado yo ha sido una cucharadita de moka que equivaldrá, calculo, a unos 2 gr. Teniendo en cuenta que la cantidad recomendada es inferior a 6 gr. y que no nos comemos tres bizcochos enteros del tirón, parece difícil sufrir una intoxicación (que no hará falta que os cuente si os digo que es un laxante ¿no?). Aporta mucha elasticidad y eso es justo lo que nosotros queremos.
Y ahí es donde está mi dilema. Pienso que si me harto de currar en casa, de hacer bollos y experimentos ¿para qué es? ¿para comer más sano o para comer lo más parecido a una cosita normal?
Se aceptan todas las opiniones. Vivo sin vivir en mí.