Hay vida más allá de la pizza de cuatro quesos.

En los tiempos en que yo era "normal" (en el único sentido de que podía comer y beber de todo)pasaba mi tiempo de ocio en la calle Orense de Madrid y alrededores. No se puede decir que fuera el mejor sitio del mundo, pero sí fue en el que muchos de los que vivíamos en mi barrio o íbamos al instituto que fui, nos iniciamos en el noble arte de bailar y ligar en aquellos recintos hoy también en desuso: las discotecas. Había mil, y en todas o casi todas invitaban a las chicas a una consumición gratis, así que el pequeño presupuesto de adolescente podía ser estirado más que en otros sitios. Jácara, But o Pachá quedaban para algún sábado de tirar la casa por la ventana y Moncloa, Bilbao, Fuencarral, Alonso Martínez, Huertas o Malasaña llegaron después, con nuevas amistades, nuevo presupuesto y nueva forma de entender el copeo.

Allí, en la calle Orense, haciendo esquina y ocupando  muy pocos metros cuadrados, cuando no era un fondo de nevera en cada casa, me inicié también en el consumo de pizza. Raciones XXL recién hechas y muy, muy calientes, como a mí me gustan. Las devorábamos antes empezar a correr a casa porque tampoco nos quedaba ya para el autobús. No recuerdo el nombre de la pizzeria, pero sé que, por aquel entonces, no había una invasión como ahora, que la estrella era la "margaritta" y que como mucho le añadías algún ingrediente extra si te había quedado algo de dinero.

Mucho después de esto, yo no puedo comer una pizza en casi ningún sitio y donde sí puedo, siempre me tengo que conformar con la opción A: pizza de jamón y queso y la opción B: cuatro quesos. Es igual que la consumas en un restaurante que tenga un pizza apta a que la consumas en casa, estas suelen ser, invariblemente, las opciones que hay. Así que sí, sigues yendo a ese restaurante que te gusta con tu hermana y la ves a ella elegir entre treinta tipos diferentes. Tú las quieres todas, pero no te tienes que marear la cabeza, lo tuyo es A o B. Pero, Mercadona puso las pizzas sin gluten congeladas en nuestras vidas y servidora, antes de aborrecerlas (como me suele pasar con todo producto nuevo sin gluten que me gusta, que ya estoy al borde de la sobredosis) ha decidido darles vida.

Si mi hermana puede comerse una pizza con queso de cabra, manzana y cebolla caramelizada, yo puedo y eso es que hice el domingo, declarado en mi casa el día de "no se cocina para la cena", de lo cual tengo documento gráfico que blogger no me deja subir, así que, poned vuestra imaginación a funcionar.

Y si además alguna amiga me sugiere unas anchoítas soy toda oídos y si la inspiración me viene de la red, bienvenida sea. Es cuestión de añadir. Sin más.

Por eso, y porque lo creais o no, me apunto las sugerencias que me dáis vosotros en  una libretita y luego hago mis pinitos con ellas, os pido una vez más que compartáis vuestras opciones y nos contéis cual es vuestra pizza favorita y qué lleva. Eso y, la que tenga más ganas, donde recuerda haber comido un primer trozo de pizza.