A Marse

Te enfrentas a una nueva vida y la tienes que coger por los cuernos. Al principio todo son preguntas: ¿Que hacemos?, ¿Qué comemos? ¿Donde compramos? ¿Cómo cocinamos? ¿Donde vamos?.

El primer paso, en casa, es fácil ¿verdad? Eliminados todos los puntos y todos los alimentos de riesgo se siente uno muy seguro. Sabemos que no corremos ningún peligro y eso es lo primer para que nuestras vidas sean normales. Aprendemos a comprar, dónde esto y dónde lo otro y qué marcas son mejores y nos dan mejores resultados en las mil recetas que probamos y que jamás antes hubierámos hecho. Nos hacemos cocineros, reposteros y panaderos.

Y empezamos a ir a casa de los familiares. Al principio es tortilla o filete a la plancha, pero luego se atreven con todo, compran maizena, tienen colorantes y especias aptas y se escapan al Mercadona.

Podemos salir. Yo salgo, y salgo mucho, y ceno en restaurantes y voy eligiendo donde puedo comer con tranquilidad y donde no, pero no pasa nada, ni siquiera en esto somos tan diferentes, probamos y nos quedamos con lo que nos satisface. Repetimos donde nos tratan bien o donde nos gusta la comida. Como todos. Además, que lo sepas, tu familia y amigos siempre te dejan pedir a tí "lo que vosotros podáis".

Y vamos de vacaciones, unas veces en familia, y otras veces yo me hago mis escapadas. Viajo con panes y galletas que, en la mayoría de los sitios, sólo necesito en los desayunos o como acompañamiento. Tampoco nos diferenciamos aquí de los que desayunan galletitas con fibra o barritas energéticas.

Y seguimos luchando, cada uno a su manera, para que todo el mundo sepa qué es un celiaco y para conseguir que, quizás algún día, estemos un poco más protegidos por el sistema que nos tiene tan abandonados a nuestra suerte, pero yo también soy optimista y pienso que todo llegará y que, aunque a nosotros no nos lo parezca, nos ha tocado lidiar con esta enfermedad en un momento bueno. Yo noto que cada día que pasa es un poquito más fácil y se nos conoce más.

Mucho ánimo.