Me gusta leer

Después de empezar cuatro libros, e incluso algunos llevarlos bastante avanzados, he sido incapaz de terminar ninguno.

El primero fue “Te daré la tierra”. Fue elegido para leer en la playa. Edición de bolsillo y barata y un buen tocho, para que me durara unos cuantos días. Se vino de vacaciones conmigo y como sería la cosa que hasta prefería bañarme con tal de no ponerme con él (soy de secano). Hasta que decidí dejar de perder mi precioso tiempo de sol y playa leyendo algo que no me gustaba y pasarme a algo más fácil todavía.

El segundo fue “Primavera con una esquina rota” de Mario Benedetti. Me autoconvencí porque nunca había leído nada de este autor tan reconocido y he de decir que si bien no me disgusta tampoco me consigue enganchar. Cuando lo leía recordaba a los tiempos del colegio en que los libros eran impuestos, una obligación que no siempre estabas dispuesta a cumplir.

El tercero empezó a coger polvo en mi mesilla de noche justo unas semanas antes de que a su autor, Mario Vargas Llosa le fuera concedido el Premio Nobel:  “La casa verde” . Es, sin duda el más complicado y muy, muy difícil de leer y creo que la parte que está operativa en mi cerebro ahora mismo la requiero para otras cosas.

El cuarto es “Cádiz” de Benito Pérez Galdós: mi escritor. Siempre que quiero leer algo que sé que me va a gustar recurro a él. No me ha fallado nunca. Pero, el libro está en el sitio de mi recreo a falta de unas cuantas páginas para ser finiquitado.

Por las noches leo con mi hijo “Los cinco y el tesoro de la isla” (qué recuerdos) y hago a mi hija de diccionario parlante con “Iqbal Masih: lágrimas, sorpresas y coraje" . (Que me está apeteciendo leerlo cuando ella lo termine.)

Así que, con este panorama de espesura mental, he vuelto a caer en las garras del libro fácil y best-seller de turno, prestado, de la novelita negra sueca con paisajes helados, cafés en la cocina y muerto de por medio. De esas que sí que te enganchan pero que dentro de tres meses seré incapaz de contar a nadie.

En estas estoy, pero mientras, me debato entre si descansar una temporada en la lectura, que no sería la primera vez, o pasarme a la novela rosa y soñar con joyas y vestidos, fiestas y  fincas maravillosas, caballos y príncipes azules.

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